La Iglesia ha ido modernizándose a lo largo de la historia y con ella, los cristianos han avanzado. El Opus Dei surge para dar respuesta a algo que la Iglesia no había afrontado. La idea de que la santidad la consiguen sólo unos pocos privilegiados no es cierta para esta rama de la Iglesia.
El Opus Dei afirma que es el laico en el trabajo ordinario donde puede encontrar la santidad. No sólo los sacerdotes tienen vocación y por eso todo el mundo tiene derecho a perseguir la santidad sea cual sea su posición social o profesión.
Algunos críticos han tergiversado esta noble idea y han intentado convencer a la gente de que el Opus Dei es una élite que utiliza lo espiritual para llegar al poder terrenal, la libertad de cada persona asegura que esto no se produzca.
Cualquier persona puede ser santa y participar en la búsqueda de respuestas. Es a través del trabajo, realizándolo con esmero y buscando la perfección donde uno puede ser santo, ofreciendo su labor a Dios.
Antes de la existencia del Opus Dei la perfección cristiana sólo estaba al alcance de los sacerdotes de las órdenes religiosas.
Los laicos que deseaban prosperar y mejorar su vida interior e incluso ejercer el apostolado, eran apartados. Hasta que El Opus Dei les dio la oportunidad de iluminar el mundo, compartiendo sus vidas y realizando el apostolado desde cualquier posición.
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