Después de encontrar dentro de un manuscrito islandés un valioso pergamino del mismísimo Arne Saknussemm, el profesor Lidenbrock y su sobrino emprenden un largo viaje del que todo geólogo querría ser partícipe.
Tras recorrer grandes distancias en tren y navegar cientos de millas a bordo de la goleta Valquiria comienza el verdadero viaje de estos incansables exploradores.
El volcán Sneffels, situado en Islandia y extinguido por más de 500 años, esconde en sus entrañas algo más que magma y cenizas. Sus galerías y corredores conducen nada menos que al centro de la Tierra; un mundo lleno de vida y misterios sin resolver en el que nuestros protagonistas vivirán y experimentarán las situaciones más extraordinarias y emocionantes.
Verne es capaz de convencer al más escéptico de la posibilidad, o al menos inculcar en él el deseo, de vivir tan asombrosa aventura. Viajar al centro de la Tierra se convierte en algo plausible con ayuda de la imaginación desbordante de este autor, que plasma en sus libros las más genuinas ideas.
No sólo abre las puertas a un mundo nuevo, sino que transmite un optimismo que permite al lector ilusionarse por ver cumplidos en un futuro los hechos que en este libro se relatan.
Aunque en la actualidad es sabido que un Vaje al Centro de la Tierra no es físicamente posible, el relato de Verne nos hace reflexionar sobre la situación de desconocimiento en la que el ser humano se encuentra.
Hoy por hoy, existen innumerables especies que habitan en las profundidades marinas que no hemos catalogado ni estudiado, hay abundantes zonas de nuestro planeta de las que no sabemos nada. El conocimiento que tiene el hombre del interior de su propio mundo es mínimo. Verne consigue realzar la importancia de este hecho de un modo discreto, con una historia de ciencia ficción entretenida y llena de aventuras.
La “absurda ocurrencia” plasmada en esta novela se ha ganado el respeto de numerosos críticos a lo largo de los años. Julio Verne era todo un visionario y así lo hace constar su extensa obra literaria.
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