Un asesinato en una ciudad apartada Andover, de una señora mayor en su estanco. La guía de ferrocarriles A.B.C colocada en el lugar del crimen, unas cartas anónimas dirigidas al detective Hércules Poirot le ponen sobre aviso.
El segundo asesinato se produce en Bexhill, una camarera joven llamada Elisabeth Barnard. Todo parece indicar que se trata de un loco homicida, un asesino en serie que se guía por el orden alfabético y parece no tener motivo para tan terribles actos, no existe ninguna concordancia entre las víctimas, pero si aparece en todas las escenas del crimen un ejemplar de la guía de ferrocarriles A.B.C.
Sin conocer el motivo es difícil prevenir los asesinatos que siguen y tanto la policía como Poirot están desconcertados. Según parece el asesino busca publicidad y darse a conocer a la prensa.
Los familiares y gente más cercana a las víctimas forman una legión y acompañan a Poirot en sus pesquisas e investigaciones. Todo parece apuntar hacia un hombre solitario llamado Cust al que Poirot interroga estando ya preso, pero cuando esto ocurre Poirot consigue ver que la coartada en una de las ocasiones lo sitúan fuera del uno de los crímenes, y su perfil no concuerda con la persona que Poirot busca. El encarcelado parece ser inocente y Poirot necesita conocer la verdad. Recorre de nuevo los lugares principales donde ocurrieron los hechos y trata de averiguar la verdadera historia.
Una narración que pone los pelos de punta, unos sucesos terribles a los que sólo el hábil detective Poirot podría poner fin.
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