Un artista genial, un pintor reconocido padre de una niña de 6 años y casado con Caroline Claire tiene una vida plena. Se siente pletórico al encontrar una nueva musa para su nuevo cuadro, la pintura es su mayor obsesión.
Hasta que no finaliza sus obras se olvida de lo que le rodea y su mujer ya conoce esta faceta de él y lo sobrelleva como puede. Lleno de renovada ilusión comienza a pintar mientras sus invitados pasan el día en su hogar.
Cuando Clare muere por envenenamiento la sentencia es clara. Su mujer que había tenido en sus manos el frasco de conicina, es la única sospechosa del crimen. Muchas teorías corroboran esta sentencia de culpabilidad. Un ataque de celos hacia la chica que su marido estaba retratando.
Desde el primer momento se descarta el suicidio ya Amyas no es pesimista ni derrotista. Su personalidad alegre y vivaracha descarta este tipo de comportamientos.
Dieciséis años después la hija menor conocedora de parte de la historia pide ayuda al famoso detective Hércules Poirot para que demuestre la inocencia de su madre; quién en sus últimos años de vida deja una carta aclarando que ella no cometió asesinato alguno y asegurando así su inocencia a su hija.
Un largo tiempo ha pasado y Poirot lo tiene más difícil que en otras ocasiones para encontrar pruebas ya que al reconocer la escena del crimen ya no se encuentras restos de colillas, ni marcas de zapatos, etc. Debe preguntar a los testigos que asistieron a la casa de Amyas años atrás e intentar restablecer el día en que ocurrió la desgracia. Pide a cada uno de ellos su relato de lo sucedido y como es de esperar cada uno posee una versión distinta de los hechos.
Despertar de nuevo el caso y abrir las heridas ya cerradas parece algo anormal, ya que en el juicio quedó bastante clara la culpabilidad de Caroline Clare, mujer de Amyas. Pero Hércules Poirot se dispone a investigar desde el principio y realizar su propia versión del caso.
Muchas incógnitas sin resolver, pruebas contundentes contra la acusada y la única interesada en demostrar la inocencia de Caroline Clare es su propia hija. Un caso llamativo que no dejará de sorprender.
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